Padre James J. Wheeler, S. J.,
Director Apostólico
Sociedad de Nuestra Señora
de Guadalupe
Enero, 1998.
Esta es la carta que yo les envié a Ginny y a María antes de nuestra junta en Houston.
Estimadas María y Ginny:
Nosotros hemos recorrido un camino muy largo para llegar a donde estamos ahora. Conflictos, miedos, depresiones, y todo esto ha sido la fuente de nuestro crecimiento. Así como hemos seguido adelante, cada uno de nosotros puede ser testigo de haber encontrado la profunda presencia de Jesús en nuestras vidas. Una de las cosas que ha sido de una gran consolación a través de los periodos de intensa obscuridad, ha sido el saber que despacio, pero firme y seguro he crecido en Él y con Él, y como yo las veo a ustedes y a los otros directores de Centros de Oración, yo puedo sentir muy profundamente que ustedes y ellos también han crecido de una manera extraordinaria.
En este crecimiento en Jesús que es el sello de mi vida y como yo lo creo estos son los cimientos sobre los que se funda nuestra vida. Entrando cada día más hondo en nuestras relaciones con Él y saber que en la obscuridad o la luz, depresión, sobreviviendo y en la recuperación, que Él está creciendo más grande abarcando toda la profundidad de mi vida. Y para mi regocijo lo imposible ha ocurrido, y es que mi orgullo algunas veces se esta haciendo más pequeño, eso me llena de alegría.
En esta forma Dios nos permite incrementar nuestro desarrollo. Los Centros de Oración a través de viento y marea, altos y bajos han crecido en tamaño y en efectividad. Dios nos ha permitido utilizar ministerios que se han extendido a través de nuestros países, los Estados Unidos y México y a otras diversas partes del mundo.
Y sin embargo, todavía ahora yo sospecho que nos estamos encarando a el factor de que como el Bautista, fuimos llamados a estar dentro de nuestra propia pequeñez.
Porque el ministerio es la creación del Espíritu en Cristo y nosotros nos damos a la idea que hemos sido llamados para encontrarlo y fortificarlo y ahora nos encontramos en una posición de limitar este hallazgo solamente hasta cierto punto en nuestras vidas para poder continuar a medida de nuestras capacidades físicas y mentales. Yo tengo sesenta y un años, y dos de los directores están en sus setentas, el resto de los directores de los siete Centro de Oración ahora vigentes están en sus cincuentas o sesentas.
La pregunta que queda es: ¿Éste es un llamado que debemos terminar con gran gratitud por el trabajo que hicimos, y hasta cierto punto llevarlo al final de nuestras vidas o cuando ya no tenemos la capacidad de continuar?
Hemos guiado a muchas personas a consagrar sus vidas a Cristo. Con ayuda de otros hemos llevado hacia este lugar, aquí les hemos consolado pero haciéndoles saber que el lugar más profundo de crecimiento espiritual y sanación psicológica y de santidad verdadera se encuentra a los pies de Su Cruz. El camino de nuestra realidad con Dios y con otros es por medio de la Cruz, en lugar de evadirla o medicando nuestro dolor con una variedad de adicciones.
Así que nuestro llamado ha sido dejarle ver a la gente que el llamado se recibe profundamente dentro del Crucifijo y el Cristo Resucitado a quien nosotros amamos y no es para estar al nivel de una euforia inicial o de dejar nuestras vidas ser conducidas sobre una serie de mariposas en el estómago, pero de entrar más hondo dentro de la realidad de Dios y de nosotros, así como Él nos ve y somos. En esta difícil y algunas veces aterradora jornada, labramos nuestro camino de lleno en la humanidad del Cristo de la Aflicción y así, a través de nuestra participación en su pena podamos vivir en el regocijo y la felicidad de su infalible resurrección en nuestras vidas.
Yo creo que hay dentro de mí un llamado para empezar a hacer previsiones a la extensión de este ministerio más allá de mi vida o cuando se llegue el momento de que yo ya no sea capaz de desempeñar el trabajo. Lo que yo les pregunto a ustedes es la misma pregunta que yo me formulé. ¿Ustedes creen que debemos de fomentar y continuar el ministerio mas allá de nuestras propias capacidades?
Si la respuesta es no, entonces no hay mucho que hacer sino sostenernos de la mejor manera posible dentro del ministerio en el que ahora nos encontramos. Si alguno de ustedes me ha indicado que la respuesta es sí, entonces yo creo esto tiene que meditarse muy profundamente y la oración es el camino que deberemos de seguir.
Permítanme expresarles algunos de mis pensamientos acerca del camino que tal vez podíamos seguir para preparar un plan de propuesta.
Nosotros hemos sido llamados dentro de un compromiso de devoción para toda nuestra vida. Conforme ha pasado el tiempo hemos aprendido que nuestro llamado es dar todo nuestro ser completamente a Cristo. Hemos encontrado el camino por medio de la enseñanza a proveer los cimientos para esa consagración y dejarla vivir completamente en nuestras vidas. Así como cada uno de nosotros ha proseguido esa consagración, hemos encontrado mucha otra ayuda en nuestro camino, como es la devoción a la Divina Providencia y los programas en México de codependencia y adicciones así como en el enfoque.
Así como hemos seguido el sendero en el cual Dios nos ha llamado, así hemos entrado dentro de una consagración honda y muy profunda por fuera y dentro en nuestra relación con Jesús. Desde el fondo de nuestra relación les hemos preguntado a otras personas si desean seguir un camino similar de
relaciones con Dios.
Por medio de esta consagración, esta formación y este servicio han surgido comunidades pequeñas que desean formar un Centro de Oración para servir a otros.
A mí me parece que se ha llegado el momento de reconocer la forma en que Dios nos ha llamado para ver que otras personas sigan su camino. Fuimos llamados para darles la oportunidad a muchos otros a entregarle su vida a Dios, a servir a Cristo en sus esposos (as) y en sus familias y a desarrollar de lleno los dones y capacidades de una vida de ministerio.
En este llamado le pedimos a Dios que nos envíe a la gente laica que en toda su potencia desee servir a la iglesia. Jesús nos está llamando para abrir una puerta a tantos otros y abrir de par en par la posibilidad para las personas laicas de servir a Dios completa y totalmente.
La puerta que el Vaticano II ofreció a la gente laica esta lentamente abriéndose muy ancha. Queremos estrecharla más, pero también queremos que se abra más profunda. Deseamos dejarles saber a las personas que la vida completa de amor a Jesús es abandonándose uno mismo al Padre y sirviendo a la Iglesia a través de los dones del Espíritu Santo que están abiertos a la luz para todos.
También queremos abrir la posibilidad de dedicación, consagración y servicio para aquellos a quienes por medio de su compromiso a la vida del Centro de Oración quieran encontrar el camino a vivir plenamente su consagración a Dios. Esa posibilidad está abierta para aquellos que lo deseen, haciendo compromisos anuales al Centro de Oración, tal vez tomar la responsabilidad de tres o cinco años y después un compromiso plenamente completo y permanente por el resto de sus vidas.
Queremos dar la oportunidad de compartir nuestro ministerio a los hermanos y hermanas que viven una vida consagrada de celibato, tal vez una forma de profunda consagración y sacrificio la cual está ordinariamente presente en la vida laica, pero ahora con el Vaticano II con su adviento nos trajo a una clase nueva diferente de consagración, pero también una forma de consagración que en algún sentido iguala la consagración del celibato. No puede igualarse al compromiso de la consagración estricta del celibato, como es, obediencia y pobreza. Pero es igual en la dedicación total de la vida de uno mismo a Dios, Nuestro Padre por medio de Cristo Jesús. Y debe de quedar bien entendido que aun cuando el matrimonio o la vida de soltero no hace el sacrificio inicial y continuo que se practica en la vida del celibato también tiene y se está viviendo un sacrificio profundo y una cruz muy pesada.
Entrar dentro de una consagración explícita es para entregar uno su propia vida a Cristo de la manera que Él lo tenía previsto para todos nosotros a pesar de la clase de llamado que recibamos.
Así de esta manera el acto de consagración y de dar nuestras vidas completamente sobre todas las cosas a Cristo Jesús, el compromiso y consagración que se hace en la escuela encuentra su formación en la enseñanza, y si la persona así lo decide a fomentar más lejos su formación en la Escuela para la Dirección Espiritual, entonces desde ese punto de partida y para adelante empezará una vida de servicio para otros en el Centro de Oración. La realización de la vida de esa persona de entregar su vida a Dios puede ser un deseo sobre un periodo de tiempo, ese compromiso será la satisfacción de servir primero a Dios en relación con su cónyugue, la familia propia y después en una vida de servicio a la gente de Dios, a la Iglesia y al Centro de Oración.
Los Directores a los que nos referimos en este documento:
María Esther Barnetche
Centro de Oración del Sagrado Corazón
México, City
Ginny Antaya
Mercy of God Prayer Center
Austin, Texas, USA.
Padre James J. Wheeler, S. J.
Director Apostólico
Sociedad de Nuestra Señora
de Guadalupe
Marzo, 1998.
A los directores (as) de los Centros de Oración:
El año pasado fui invitado por Nuestra Señora a tomar un peregrinaje a Fátima. Fue un viaje muy largo y difícil pero también una experiencia maravillosa de unión personal con Dios. Innumerables bendiciones parecían flotar en el ambiente durante mi estancia en Fátima.
Durante este tiempo en Fátima, nuestra Señora me pidió dos cosas; una fue que en el próximo año tuviera una junta con María y Ginny. Así como fue pasando el tiempo, hice los preparativos para encontrarnos en el apartamento del Padre de María en Houston del 24 al 26 de febrero. Gloria Guerra del Centro de México se encontraba ahí debido a una cirugía y también para asistir a una reunión junto con María en un futuro próximo en Washington. Así que la invitamos a reunirse con nosotros.
Conforme se fue acercando la fecha de la junta empecé a rezar para realizar la agenda de las reuniones. Como ustedes saben y ya he mencionado en varias ocasiones, yo me pregunto si nuestro ministerio deberá de continuar más allá de nosotros. También se me ocurre que ésta es una pregunta muy importante ya que dos de nuestros directores de los Centros de Oración están en sus setentas y el resto en sus sesentas o más de cincuenta.
Pero lo importante fue lo que pasó en mi oración. Considerando que me abstuve simplemente de hacerme preguntas acerca de los sucesores y de las otras personas que hacen el trabajo de los Centros de Oración, porque no siento el permiso para proseguir. Yo ahora creo que el Señor estaba requiriéndome a que yo trajera la mayor posibilidad de obtener una continuación de los Centros de Oración y empezar a examinarlos como una posibilidad muy clara.
El manar de gracias estaba ahí para empezar a discutir los Centros de Oración como una sociedad de personas con diferentes cualidades dedicadas a la devoción y que esas personas se consagran en cuerpo y alma a Dios en Cristo Jesús y a través de su Madre María Santísima.
Habría la posibilidad de hacer que en la consagración de algunas personas hubiera un compromiso específico de un año, tres años y finalmente una responsabilidad permanente a una sociedad de gente devota a Jesús. Esta consagración se hará a Dios por medio de Jesús y María pero también incluirá devociones que a este punto yo le llamo la Sociedad de Centros de Oración.
En cuanto empezaron nuestras pláticas todos empezamos a sentir el calor del tema en una forma de devoción muy profunda, primero con Dios y ya después de la formación en los Centros de Oración, a dar nuestros servicios en algunos casos a tener un compromiso permanente.
Hubo un acuerdo general de lo que ya se había escrito (La carta a María y a Ginny incluida en este documento) y empezamos a arriesgarnos en otras áreas en donde tal vez podíamos decidirnos a establecer preceptos de una constitución, preceptos ganados en un cuarto de siglo en ministerio y de nuestra vida de oración, que a lo mejor pudiese ser la fundación de una sociedad que incluya a personas laicas y religiosas, pero que establezca las reglas y la dirección para responsabilidades seculares y así mismo como una consagración laica de sus vidas a Dios.
Con esta propuesta, la cual debemos de presentar al comité en abril y empezar a añadir las secciones de humildad, la Eucaristía y el Divino Sacramento.
Hacia el final de nuestra junta encontramos que tuvimos una sesión muy profunda. Recibimos las escrituras, 1a Crónicas 28. Esta es la historia de la promesa de Dios a David que él construiría el templo. Porque David era un guerrero, él no podía construirlo pero su hijo Salomón lo construiría. En este templo se guardaría el Arca de la Alianza.
Empezamos a sentir una confirmación de que Dios nos dio un mandato similar, que Él nos estaba llamando a construir una estructura, un templo en el cual las siguientes generaciones tal vez pudieran pasar a alabar a Dios para sentir su consuelo, su formación, su sanación y su guía.
En la presencia del Sagrario en el Santísimo Sacramento, la nueva Arca de la Alianza se formará de gente nueva que proclamará Su palabra, y vivirá la vida de Cristo Él cual vive en nosotros, traer consuelo a los que están espiritual, psicológica y físicamente con necesidades y sufrimientos.
inny nos dijo de una visión que ella tuvo hace algún tiempo y que me parece pertinente ahora.
Ella estaba en un desierto y al estar en ese lugar, un grupo de personas apareció en el horizonte, venían caminando hacia ella y traían cargando algo. A medida que se acercaron reconoció que eran personas judías que venían transportando el Arca de la Alianza. Ellos pasaron sobre ella en su jornada a través del desierto cargando el Arca.
Me parece que esta visión se puede referir a nosotros. Nosotros somos la gente que ahora transportamos el Divino Sacramento a través del desierto. Nosotros somos gente que fuimos reunidos en esta aventura y somos los que vamos llevando el Arca del Sacramento en nuestros corazones y es por eso que seremos formados como gente de Dios. En las que la Sociedad pudiera ser nombrada como la Virgen María, tal vez Nuestra Señora Reina de la Paz. Ese nombre se había mencionado con anterioridad y Marie pensó que el nombre tal vez tendría dificultades en México porque podría ser asociado con Medugorge.
Para todos nosotros es una devoción excepcional así mismo como una consagración muy especial para nuestra Señora. Ella es la que nos ha estado protegiendo bajo su manto y los Centros de Oración han estado creciendo bajo su protección. Así, que por ahora estamos conscientes del deseo de Nuestro Señor de continuar en un futuro, nosotros especialmente ponemos esa iniciativa en las manos de María Nuestra Protectora.
Es por medio de Ella que la visión completa de Jesús en cuanto a nosotros será satisfactoria. Si Jesús en el Santísimo Sacramento es el que nosotros adoramos, María es la principal adoratriz de Jesús e inscribirá en nuestros corazones los deseos de Dios y a través de su intercesión nosotros los cumpliremos.
Si nosotros somos responsables y gradualmente nos volvemos personas en las cuales la consagración a Jesús y María es un compromiso, entonces los Centros de Oración serán posibles, así como también se deberán de tomar en cuenta los puestos de oficina y la posibilidad de sucesión. Encarándonos con la realidad, y lo estamos haciendo, de la edad de nuestros directores, todos acordamos de proponer esta iniciativa a la mesa directiva.
Debemos empezar en los Centros de Oración donde esto es posible, la consideración en cuanto a puestos de oficina y la sucesión de aquellos a quienes son directores o mantienen otros cargos de importancia y trascendencia en los Centro de Oración.
Esto también involucra una consideración de la oficina del Director Apostólico, como yo ya tengo 61 años (ya sé que ustedes no lo pueden creer), es tiempo de tomar en cuenta a un sucesor y el camino a seguir para escogerlo. Discutimos esto y pensamos que al principio tal vez otro sacerdote pudiera ser la persona adecuada para este trabajo. Pero otro sacerdote pudiera ser alguien que no está familiarizado con nuestros programas o la manera de vivir que por ahora estamos formando. Esto significa que una persona laica de la Sociedad sería el Director Apostólico, y encontrar un sacerdote para ser Director Espiritual. Si Dios nos está llamando para continuar con nuestros Centros de Oración, entonces esto parece ser la manera más lógica de hacerlo.
Así que yo les pregunto a todos ustedes que tomen en consideración estas ideas y que recen y hagan vigilia por estas intenciones. En todos estos años, hemos estado buscando la voluntad de Dios. María y Jesús nos han guiado en un camino extraordinario. Hagamos oración y vigilia, busquemos la voluntad de Dios en este momento crucial de nuestra jornada. Ofrezcamos nuestros corazones más llenos y generosos a Jesús y María y veamos a dónde nos lleva esta herida tan profunda de amor.
Los directores a los que nos referimos en este documento:
María Esther Barnetche
Centro de Oración del Sagrado Corazón
México, City
Ginny Antaya
Mercy of God Prayer Center
Austin, Texas, USA.
OCTUBRE 2003