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Nací un 2 de julio de 1957 y soy la primera de 5 hermanos. Mi nacimiento fue muy difícil, mi mamá estuvo 12 horas en labor de parto y yo no podía nacer. En ese tiempo la cesárea no estaba permitida por la Iglesia Católica, entonces había que hacer lo posible por el parto natural.
La agresión más brutal que he recibido en mi vida fue en el momento de mi nacimiento; nací con fórceps, pinzas que se colocan en la cabeza del bebe para ayudarlo a salir, metálicas, duras, frías.
Gracias a Dios tengo una mínima disfunción cerebral, porque he visto en mis visitas al neurólogo y en mi profesión, - soy Educadora Especial- gravísimas lesiones cerebrales ocasionadas por fórceps.
Como consecuencia, viví toda mi vida, con fuertísimos dolores de cabeza; dolores que duraban hasta diez días con sus noches, buscando y probando cada vez medicinas más fuertes para poder trabajar, estudiar, etc. Me llegué a tomar seis Sidolyles al día; diario muchas veces, al final del día, con una copa de brandy para poder dormir.
Así viví muchos años, hasta que Dios puso en mi camino a mi tía Georgina Pumarada y a mi prima Georgina Francés Pumarada quienes me llevaron por primera vez al Centro de Oración Nuestra Señora de la Luz. El año 2013, participé en la terapia “Trauma de Nacimiento”. Bendita la hora. Fue muy duro. Todavía al escribir estas líneas, se me hace un nudo en la garganta; pero, fue una experiencia increíble en la que conocí personas maravillosas con n corazón enorme entregado a sus semejantes y, desde entonces, desaparecieron mis olores de cabeza. Los primeros días después de la terapia, hasta caminaba despacio porque me daba miedo que regresara el dolor y me quedaba quieta, en silencio, buscándolo, ya no estaba.
No me lo van a creer pero creo que lo extrañaba, lo echaba de menos, sentía que faltaba una parte de mí.
Desde entonces, no he vuelto a sentir un dolor de cabeza ni siquiera mediano. Mi trabajo es de mucho estrés, y, a veces por lo mismo, siento una ligera molestia que si me distraigo, ni pastillas tomo.
Doy gracias a Dios por Mari Carmen, por Georgina y por todas las personas que en el Centro de Oración se dedican a ayudar a otras que lo necesitamos, que Dios las bendiga y ayude a conservarlo por mucho tiempo más.