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MI TRANSFORMACIÓN EN JESÚS

Antes de tomar el curso "Wheeler I" tomé los talleres de "Codependencia I y II", los cuales llegaron en el momento justo. Me sentía vacía, con muy baja autoestima y me saboteaba constantemente. Poco a poco fui conectándome con mis sentimientos, comencé a identificar cada emoción que experimentaba y me hice consciente de cosas que no conocía.

Cuando terminé "Codependencia II" sentía la necesidad de seguir conectada con esos sentimientos, había muchas cosas que aún no lograba identificar. Luego llegó la oportunidad de tomar "Wheeler I" en la Escuela de Crecimiento, en él la conexión fue más profunda, ya que se me dieron mucho más herramientas y conceptos que llevados de la mano de la Palabra de Dios y la guía del Espíritu Santo me mostraron un nuevo camino, con mucho más luz.

A lo largo del curso cada paso me iba ayudando a sanar, aprendí a pedir la gracia del arrepentimiento, a sanar a través del perdón, a soltar los apegos que me alejaban de Dios y me impedían crecer, el cambió se dio paulatinamente, casi sin darme cuenta.

La gente a mi alrededor comenzó a experimentar mi transformación. En mi casa, con mi familia, el ambiente ha mejorado mucho, ya no discuto como antes por cualquier cosa. Aprendí a escuchar y respetar los puntos de vista de los demás, dejé de tomarme personal las acciones de otros, a perdonar sus errores y no juzgar, porque al igual que yo son humanos imperfectos aprendiendo es esta vida.

En mi trabajo también mejoró considerablemente mi actitud: ya no me irrito tanto como antes, ni regaño o culpo a quien se equivoca. Antes de reaccionar procuro pensar y dejar que los sentimientos primarios se acomoden antes de actuar. Hay ocasiones en que me gana el temperamento y caigo en provocaciones, pero cuando esto ocurre me doy cuenta que aún me falta mucho por crecer. Es en esos momentos cuando sé que tengo que regresar a las manos de Dios, que sola no podré continuar y vuelvo a orar y a pedir la gracia del perdón y la humildad.

En mi vida sentimental también me ayudó, ya que aprendí que no necesito buscar la felicidad en otras personas, también es buena la soledad porque en los desiertos de la vida es cuando más cerca estamos de Dios, ahí nos encontramos con Él y con nosotros mismos; ya no busco la aprobación ni la complacencia de alguien más para sentirme aceptada o amada, sé que Dios me ama y he aprendido a quererme más a mí misma.

A lo largo de estos 2 años de curso he experimentado tantos sentimientos y emociones, de cada uno he aprendido. Hoy, al hacer un pequeño recuento de este tiempo, vuelvo la vista para atrás y veo la persona que era, la mayor parte no me gusta: me veía tosca, agresiva, a la defensiva, llena de rencores y culpas.

Después de este proceso he sanado muchas heridas y he dejado de herir tanto a la gente a mi alrededor; lo mejor es que sigo en el camino, dejándome guiar por Dios, para seguir aprendiendo y creciendo, sigo teniendo defectos y errores pero con conciencia más abierta y lo más importante: voy de la mano de Dios.

Me siento muy bien porque me libero de muchas culpas y a aprendo a perdonar y a aceptar a las personas con sus errores, con sus dones que Dios le regaló a cada persona. Dios me ama tanto, que en momentos de crisis siempre me ha ayudado en alguna forma. No estamos solos y acepto los retos que Dios me ha dado porque ÉL sabe por qué pasan las cosas.

He aprendido a soltar los miedos, sentirme segura porque Dios está conmigo y no pasa nada porque me protege al 100%. Es cuestión de orar y hablarle como un Padre que me cuida y me ayuda a ser más humilde, no ser más ni menos que las demás personas porque todos somos hijos de Dios, todo son mis hermanos y todos somos hijos de un mismo Dios.

Estamos aquí para servirá a los demás, a ser más humana con mis debilidades y habilidades. En mi personalidad me ayudó a no tener miedo a la autoridad y poder enfrentar con humildad a ciertas personas.

En mi trabajo y en mi casa me siento sin tanto miedo y me experimento con más fe, también se ahora que Dios nos quiere felices porque nos ama.

C.O. Casa de Nazaret, Torreón, México